Entrevista a José María Lecumberri: 14 años al lado de Cagigal en los primeros años del INEF.
Por Benito Pérez González
Universidad Internacional de La Rioja
Publicada por Deporcam
José María Lecumberri fue durante 14 años profesor en el INEF de Madrid, formando parte de ese grupo inaugural de expertos que Cagigal reunió, para poder ofrecer, por primera vez en España, una formación multidisciplinar en Ciencias del Deporte. Hasta entonces los estudios en materia deportiva atendían de manera disgregada aspectos parciales de la actividad físico deportiva. Lecumberri se reconoce, ante todo, alumno y discípulo de Cagigal. pero no sería justo dejar de recordar que cuando conoció al fundador del INEF era licenciado en nada menos que cinco titulaciones universitarias y con formación en otros numerosos campos. Ejercía como capitán médico, dirigiendo el área militar del Hospital Psiquiátrico de Ciempozuelos y había gozado de una beca del estado francés para formarse en la Sorbona de Paris en estadística aplicada a la medicina. En su relación con el deporte, era entrenador de natación y había practicado también el submarinismo, el rugby y había montado a caballo, entre otros.
Sus estudios y sobre todo su aspiración por el conocimiento, que a sus ochenta años mantiene de manera apasionada, convierten a Lecumberri en todo un ejemplo de renacentista contemporáneo. Un punto en común con su gran amigo César Navarro, que le acompañó durante la entrevista. Hablar con Lecumberri es hacerlo con alguien vital, juicioso, a veces vehemente en la defensa de sus teorías, siempre cercano y tremendamente humano. Su mayor compromiso lo tiene con la razón y la verdad. Por ello la obediencia a su conciencia es lo primero que nos quiso resaltar sobre su reseña biográfica.
Infancia, juventud y periodo de formación en la Posguerra.
Como Neruda, Lecumberri confiesa que ha vivido, en una vida que no ha estado exenta de momentos difíciles. De hecho cree que el sufrimiento ennoblece. Su primer momento difícil, del que no tiene un recuerdo consciente, lo vivió con año y medio durante el famoso bombardeo de Guernica. Su madre le contó que corrió despavorida con él y con su hermano, recién nacido, mientras los aviones pasaban por encima de sus cabezas.
Hasta los 12 años nada hacia presagiar que Lecumberri llegaría a ser un buen estudiante, ni siquiera mediano, pues suspendía todo. Pero tuvo, lo que en sus propias palabras fue una iluminación y desde entonces hasta ahora no ha dejado de estudiar y de formarse, contando con una biblioteca extensa y multidisciplinaria.
El sufrimiento, que mencionábamos anteriormente, y la libertad son las dos premisas con las que nace el hombre. Gran admirador de la obra de Kant – como también lo fuera Cagigal -, cita la Crítica de la razón- práctica del filosofo de Konigsberg para marcar los límites de la libertad en el ejercicio de la obediencia a la conciencia. La libertad nos distingue como hombres, diferentes unos de otros, pero marcados por nuestra inteligencia como seres obligados a hacer lo que deben y no lo que quieren. La conciencia- ese marcador del deber- es el espíritu de la humanidad, en palabras de Kant; algo que Lecumberri siempre ha tenido como norma.
El espíritu critico kantiano también ha marcado la forma de llegar al conocimiento: “Busco conocer la realidad para aprender, elaborar lo que aprendo y sacar mi propia conclusión, sin querer ser mejor que nadie. Pasando lo aprendido por el tamiz de mi razonamiento y de mis conocimientos previos lo asimilo y así intento acercarme más a la verdad, aunque llegar a la verdad sea realmente un ejercicio inabarcable”.
José María Lecumberri y César Navarro
Sus años con Cagigal
Esta visión crítica y personal de la realidad fue la que Ie permitió conocer y llegar a ser colaborador de Cagigal. En esos momentos Lecumberri era el director de la parte militar del Hospital Psiquiátrico de Ciempozuelos y también secretario en la Federación Española de Natación.
Cagigal estaba dictando una conferencia en la Escuela de Entrenadores de Natación. AI finalizar la misma Lecumberri le hizo una pregunta que mostraba el desacuerdo que tenía con algunas de las cosas que Cagigal había dicho.
Criticar en público a una persona conocida y con poder siempre ha sido un arriesgado ejercicio de libertad. Podía suponer la muerte civil de cualquiera, máxime si la pregunta se realiza en un país no democrático. Pero, en este caso, mostró la gran humanidad de Cagigal, que no solo no se ofendió, sino que se interesó por conocer mejor a nuestro entrevistado, al que se dirigió al finalizar el acto.
En esa conversación posterior con Lecumberri, Cagigal le contó su idea de crear un centro nacional de educación que tuviese a la educación física como instrumento. El espíritu multidisciplinar que tenia el proyecto se redondeaba con la inclusión de la sociología, que seria la asignatura que finalmente impartiese Lecumberri durante 14 años.
Lecumberri recuerda con emoción sus años al lado de Cagigal y considera que aunque fue muy conocido y apreciado en nuestro país, hubiese merecido aún mayor reconocimiento, como así lo tuvo a nivel internacional, donde ocupó importantes puestos de responsabilidad en el ámbito de la Educación Física. Fue presidente de la Asociación Internacional de Escuelas de Educación Física (AIESEP) desde 1968 hasta su muerte en 1983. Esta asociación reelegía a su presidente cada 4 años, y Cagigal fue reelegido sucesivamente en los congresos de Polonia, Praga, Suiza y Boston. Perdió la vida, precisamente, cuando se dirigía a Roma para presidir el Congreso Internacional de dicha organización. Fue también presidente de la Federación Internacional de Educación Física (FIEF) en 1982, de la que había sido vicepresidente desde 1970 hasta 1982. Además pertenecía al Comité Ejecutivo del Consejo Internacional de Psicología del Deporte y ocupó otros muchos cargos de categoría internacional que harían interminable la relación, mas propia de una monografía que de una entrevista.
Cagigal tenia una formación académica única. Era Doctor en Filosofía y Letras, hablaba cinco idiomas —alemán, francés, inglés, portugués y español – además de dominar el latín y el griego, que le permitieron leer de primera mano textos clásicos, y así comprender mejor las raíces del fenómeno deportivo. Cagigal publico diez libros de diferentes aspectos del deporte: antropológico, pedagógico, sociológico. organizativo, filosófico y cultural, todos ellos fruto de su humanismo y de su profunda bonhomía, tal y como recalca Lecumberri. Su capacidad intelectual le permitió ser conocido por la clase política del momento, aunque Cagigal siempre supo mantener su independencia y libertad para hacer lo que su conciencia le dictaba. Su éxito con el Colegio San José de Valladolid, al que convirtió en una referencia nacional en deporte y su libro “Hombres y deporte” (l957) llamaron la atención del Ministro Elola Olaso que fue quien facilito los medios necesarios para crear el INEF. Durante esos años Cagigal supervisó personalmente el proyecto educativo e incluso, desde 1962, siguió a pie de obra la construcción del emblemático edificio, que ha albergado la vida de esta institución en sus 50 años de vida.
El INEF revolucionó la enseñanza de la educación española, ya que otorgó un espacio propio al deporte dentro del sistema educativo, con un enfoque multidisciplinar y con el rango de estudio universitario, subraya el profesor.
Cagigal fue otro de esos grandes españoles que alumbró una institución revolucionaria, nos comenta Lecumberri; una institución que pretendía remover esa tendencia española de aislar y convertir en reductos elitistas a todos los proyectos renovadores. Lecumberri cree que España perdió el autobús del progreso cuando en pleno Renacimiento, fue el único país de nuestro entorno que se aferro al escolasticismo, dando la espalda a personajes como Kepler, Copérnico, Moro o Maquiavelo. Es un atavismo que ha llegado hasta nuestros días, y en el que Lecumberri también cree que el poder es culpable por no cultivar al pueblo. La concepción del INEF fue profundamente progresista, como ha demostrado la evolución de la Educación Física y el Deporte en España desde esos años hasta nuestros días. Nuestro entrevistado aprecia especialmente la transformación del deporte en España una vez que las primeras promociones del INEF empezaron a ocupar puestos de responsabilidad en las corporaciones locales de todo nuestro país. Esas promociones, a través de la Asociación de Antiguos Alumnos, le nombraron profesor honorario n° 1 y le permiten asistir como invitado a sus reuniones de Junta de Gobierno. Es algo por lo que se siente muy orgulloso, por el amor que sentía por sus alumnos y por ese espíritu primigenio que tuvo el INEF en esa época dorada de los 60 y 70.
Cesar Navarro, Manuel Zambrana y José María Lecumberri
¿Por qué hacemos deporte?
El deporte como epifenómeno del trabajo cobra gran sentido en el caso de los vascos —Lecumberri y Cagigal lo son- pues el trabajo convertido en deporte es de una larga tradición en esa tierra.
La formación y los orígenes de ambos influyen en su visión del deporte. “Este debe estar orientado a la educación y a la mejora del hombre más que a la competición” afirma Lecumberri, recordándonos que esa era la opinión del maestro Cagigal. El deporte es una concepción global de la naturaleza, y el fin no debe ser competir con otro, sino con uno mismo..
Frente a la concepción del deporte competitivo de uno contra otro, Cagigal consideraba que la mejora puede ser un valor intrínseco. El progreso puede ser medido en uno mismo, sin utilizar referencias externas.
El deporte es un instrumento que el hombre contemporáneo tiene para mejorar su capacidad de autodominio y de control.
Profundizando en este aspecto de los valores intrínsecos, Lecumberri cree que la riqueza del hombre está en su interior, y que el hedonismo y el materialismo imperantes nos alejan de la mejora y de la búsqueda que todo hombre debe hacer dentro de si mismo. Por eso su lema de vida es: “lo nuevo adelante”, compendio de búsqueda, análisis, reflexión y mejora del espíritu.