Querido Profesor, querido Juan de Dios

Querido Profesor, querido Juan de Dios:

No se entiende la dimensión de la vida de Juan de Dios Román Seco sin el INEF de Madrid, como tampoco se entiende la magnitud y la grandeza del INEF sin la continua aportación de Juan de Dios. Así de sencillo. Así de importante.

Cuando a finales de los años sesenta del siglo pasado, José María Cagigal diseña y dirige la creación del Instituto Nacional de Educación Física, sabe que está conformando el futuro de la Educación Física y del Deporte de este país. No duda que el deporte es una clave imprescindible para lograrlo y por eso elige a los mejores. Pedro Ferrándiz, Manuel Sainz, José Villalonga, Miguel Muñoz, Luís Carrero, José Manuel Ballesteros, Martin Kronlund, Toshiyasu Uzawa, y un largo etcétera imposible de citar; todos son requeridos por Cagigal para esa maravillosa aventura.

Domingo Bárcenas, y un año más tarde Juan de Dios Román, inician la andadura “universitaria” del balonmano en el INEF, del balonmano en España.

Otros hablarán de los infinitos logros deportivos y directivos de Juan, permitidnos que desde  la Asociación de Antiguos Alumnos del INEF de Madrid  profundicemos en el papel docente de nuestro profesor.

Tiempos de pizarra y tiza, tiempos de papel y bolígrafo, tiempos de tomar apuntes como posesos, tiempos de charlas, discusiones, reflexiones. Tiempos de creación.

No había NADA, o muy poco.

Cuando los deportes eran asignaturas obligatorias en primer y segundo curso, con más de 100 horas lectivas reales, cuando las maestrías se articulaban en otros dos cursos, con más de 200 horas de presencialidad y trabajo, tocaba, nada más ni nada menos, que crear una asignatura. Chomin y Juan lo hicieron de modo magistral.

INEF y Escuela Nacional de Entrenadores caminando de la mano y plantando el árbol común, que con sus diferentes, complicados y enriquecedores ramajes, fueron modelando la Escuela Española de Balonmano.

La Universidad es docencia, investigación y difusión. Juan cumplió con creces las tres misiones.

Docente en más de treinta promociones del INEF de Madrid, y en sus inicios también de la “Almudena”, dejando una huella permanente en cada uno de sus alumnos y alumnas. Los WhatsApp de las diferentes promociones no paran de dejar mensajes; gracias, Maestro, orgullo y suerte de ser tu alumno y tu amigo, son los más repetidos. Y muchos brindis por la fortuna de haberle conocido y haberle tenido como profesor, recordando que no le hubiera gustado nada que no sigamos luchando.

Bárcenas y Román consiguieron formar dentro de la maestría a más de 100 entrenadores y entrenadoras que han actuado en la máxima categoría del balonmano, de hombres y de mujeres, español. Formaron a más de 50 entrenadores y entrenadoras que han pertenecido a las comisiones técnicas de los equipos nacionales femeninos y masculinos. Formaron a 14 técnicos que han sido olímpicos dirigiendo a selecciones nacionales.

En gran medida gracias a Juan en los colegios e institutos de España hay una unidad didáctica de BALONMANO. ¡No todo va a ser élite!

Desde las primeras promociones la maestría de balonmano fue su apoyo para, de modo metódico, crear y dirigir grupos de trabajo. Asistencias a Campeonatos del Mundo, seguidos de novedosos y valiosos trabajos de investigación, colaboraciones con todas las instituciones del balonmano, en definitiva, trabajo y evolución.

Es difícil encontrar una Institución Formativa con ese bagaje. Es difícil encontrar una asignatura con esos resultados. Elite y base con un tratamiento igualitario.

Si atendemos al crecimiento de los INEFs (más tarde Facultades) los primeros profesores de balonmano procedían de esas extraordinarias maestrías. Su labor se extendía más allá de su propia obra.

Investigador incansable, sin pausa. Siempre pensando, siempre ideando, siempre un por qué más.

En los tiempos en que escribir era una odisea Juan lo hacía. Todos esperábamos sus artículos técnicos, sus publicaciones. Demostrando una capacidad de trabajo inimaginable. INEF, Atlético de Madrid, Familia, amigos, y aún sacaba tiempo para escribir.

Prueba de ello, es la magnífica y extensa publicación; en tres tomos, y más de 1500 páginas, que su amigo el profesor Antón, ha recopilado, corregido y maquetado.  Todos los escritos de Juan. Lectura obligada para entender la evolución del balonmano y que ya se encuentra en las estanterías de la biblioteca del INEF. Una labor impagable que solo se entiende desde la amistad. Gracias Juan.

Igualmente, y en el formato curso o “Clinic” invitó a las escuelas más relevantes del balonmano mundial a dictar conferencias, prácticas, ponencias, para formar a los alumnos interesados en el estudio del balonmano.

El mejor curso de balonmano que se ha organizado en España se celebró en nuestra casa común del INEF en el año 1993. Profesorado de lujo, rematado por los técnicos que lograron el oro en los Juegos de Barcelona 92. Una semana pionera en todos los aspectos.

Fue alma mater de Unisport, que en su sede de Málaga, se convirtió en la Universidad de Verano del balonmano. De nuevo, un avanzado a su tiempo.

En su paso por la Comisión de Método de la I.H.F, trabajó para buscar un balonmano moderno, alejado de modas y caprichos. Cada idea contrastada, cada propuesta ensayada hasta la saciedad, y cada aportación consensuada.

Divulgador en todos los medios de comunicación.

Sus relatos en televisión como comentarista técnico, lejos de los personalismos y obviedades, fueron la mejor publicidad para el balonmano. Enseñaba balonmano. Enseñaba deporte. Junto a Luismi López nos trasladaron a los mejores paraísos balonmanísticos.

Sus artículos en diferentes periódicos se convertían en joyas de la reflexión deportiva. ¡Como decir tanto en tan pocas frases!

Siempre estaba dispuesto para colaborar en cualquier iniciativa.

Por todo ello, nos llenó de orgullo que la Universidad de Extremadura le nombrara Doctor Honoris Causa. Doctor a causa de sus méritos, docentes, investigadores y cercanos a la sociedad. Gracias a Vicente Gómez Encinas por su impagable trabajo.

Su relación con la Asociación de Antiguos Alumnos del Inef de Madrid fue profunda, sincera y permanente.

Es Socio de Honor de la Asociación por sus constantes y desinteresadas intervenciones.  Siempre que nuestro Presidente Francisco Cagigas le requería, había un si por respuesta.

La Maestría de Balonmano le agradecimos su dedicación, acudiendo en un elevado número, más de 100 alumnos, a las Novedades en… Balonmano, actividad que la Asociación organizó en noviembre de 2015.

Así pues, desde la Asociación de Antiguos Alumnos del INEF de Madrid lanzamos dos propuestas, dos ideas.

La primera dirigida a la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid. Que un aula del INEF pase a denominarse “Aula Balonmano Domingo Bárcenas y Juan de Dios Román”.

Y una segunda, para el Ministerio de Educación y Deporte, para el Consejo Superior de Deportes; que el pabellón de deportes del INEF (denominado pabellón exterior) reciba el nombre de “Pabellón Balonmano Domingo Bárcenas y Juan de Dios Román”.

Para Elvira su mujer y faro. Para sus hijos Elvira y Marcos, ambos profesores universitarios, siguiendo la huella paterna, vaya nuestro cariño y nuestro agradecimiento, por las horas que os hemos robado de poder disfrutar de Juan de Dios.

Gracias Juan, Maestro, amigo.  Nos imaginamos que ya estarás montando algo por allí arriba para que cuando lleguemos todo esté preparado. Balonmano ¡claro!, y ¡puro!

 

Juan Francisco Oliver Coronado, en nombre de la Asociación de Antiguos Alumnos del INEF  de Madrid

 

 

 

Juan de Dios Román Seco

El pasado sábado 28 de Noviembre fallecía en Madrid Juan de Dios Román Seco, Profesor de Balonmano durante más de treinta años en el INEF de Madrid, así como en La Almudena, y socio de Honor de nuestra Asociación, además de innumerables cargos como entrenador y directivo. En los medios de comunicación han aparecido muchos reportajes sobre la figura de Juan de Dios, pero el más interesante es el que reproducimos a continuación, publicado en el Diario Marca, por Javier Romano:

Edeporte español, y el balonmano en particular, ha perdido a uno de los personajes que contribuyeron decisivamente al progreso de ambos. Juan de Dios Román ha fallecido este sábado a las 18:00 horas, según ha comunicado su familia, a consecuencia de un derrame cerebral, próximo a cumplir los 78 años.

Tras sufrir ese accidente vascular el pasado martes fue ingresado en el Hospital La Paz, de Madrid, donde ha permanecido hasta su deceso. Los médicos que le atendieron desaconsejaron a su familia intervenirle quirúrgicamente dada la gravedad del derrame. Román permaneció continuamente acompañado por su mujer e hijos.

Las muestras de cariño y ánimos primero, y de condolencia una vez conocido su fallecimiento, se están sucediendo, no sólo de amigos, allegados y gente del balonmano, sino del deporte español y también de instancias políticas y académicas.

Porque Román se ganó el reconocimiento unánime a lo largo de una larga y brillante carrera como entrenador, directivo y profesor. Esto último era de lo que más se enorgullecía. Salió de su Mérida natal para estudiar en Madrid Magisterio, Educación Física y Filosofía y Letras, y nunca abandonó su perfil como educador, ni siquiera cuando le absorbía la alta competición.

A Domingo Bárcenas se le consideró como el padre del balonmano español. Juan de Dios Román fue, además de íntimo amigo suyo, su discípulo aventajado y rival en competiciones escolares en sus inicios como entrenador en el Colegio Nuestra Señora del Recuerdo, de Chamartín (1964). Román siguió los mismos cauces que el maestro: en la selección femenina, en la que llegó a coincidir como ayudante de Bárcenas en el primer partido internacional de ese equipo (1967); en el club Atlético de Madrid (1971 a 1985 y de 1990 a 1992), con el que consiguió los primeros títulos nacionales de Liga (5) y Copa (4).

Como seleccionador masculino en tres etapas (Juegos Olímpicos de Los Angeles’84, 1986-1988 y 1995-2000), cosechando en esta última las primeras medallas de España dirigiendo una de las mejores generaciones del balonmano nacional, reforzada con figuras internacionales como Talant Dujshebaev o Andrei Xepkin; director de la Escuela Nacional de Entrenadores; director técnico en la Federación Española (1985 y 1993-96), y finalmente presidente de la misma (2008-2013) tras jubilarse en su apreciado Instituto Nacional de Eduación Física (INEF) de Madrid y de haber entrenado también al BM Ciudad Real (2002-2005). Sólo la Copa de Europa se le resistió, tanto con el Atlético en la final de 1985 ante el Metaloplástica yugoslavo, como con el equipo manchego en la que les enfrentó al Barcelona en 2005. Este año fue nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad de Extremadura, pero el acto de investidura se canceló el pasado 2 de abril por la pandemia.

Una vida dedicada al balonmano

Por esta abrumadora carrera fue distinguido en 2019 con el Premio Francisco Fernández Ochoa, por su trayectoria de toda una vida dedicada el balonmano. “Aquí el gran pionero fue Domingo Bárcenas y a mí me tocó seguirle. Hemos sembrado y ha quedado un estilo propio de hacer las cosas. Al cabo de los años acabas siendo medio bueno. Después de 50 años dedicado a mi deporte estoy encantado de estar aquí en unas circunstancias complicadas porque estoy superando un cáncer”, desveló entonces el cáncer de pulmón que arrastraba desde 2017, y del que era tratado desde entonces.

Célebre por su carácter volcánico en los banquillos, atemperado con el paso de los años, y dotado para el manejo de colectivos con fuertes personalidades, la influencia de Román resultó decisiva en el desarrolló de su deporte en España. Fue un estudioso incansable de los maestros extranjeros de referencia en el balonmano mundial. Su producción propia fue también ingente y no dejó de escribir sobre su deporte en ningún momento. Entre sus últimos trabajos están una monumental aproximación histórica a la evolución de su deporte; el dedicado a la escuela española de entrenadores de balonmano, la que goza actualmente de mayor prestigio en el mundo; o la biografía de Domingo Bárcenas que elaboró para la Real Academia de la Historia.

La única faceta en la que, quizá, no pudo dar de sí todo lo que él mismo esperaba fue como presidente de la Federación Española, cuyo mandato estuvo marcado por las dificultades en sacar adelante, en lo más profundo de la crisis económica, el Mundial masculino 2013 organizado en España y que deportivamente culminó con el segundo título de los ‘Hispanos’. “La Federación Española me abrió a un mundo de responsabilidades nuevo, para el que no estaba preparado”, se sinceró en un homenaje multitudinario que se le tributó en junio de 2018 en Madrid y mantenido en secreto para el protagonista bajo la contraseña de ‘Amigos de Juan de Dios’. Pero de esa etapa también salió con su prestigio intacto; no se aferró al cargo, ni quiso repetir un segundo mandato.

A Román hay que inscribirlo entre nombres como los de Pedro Ferrándiz, Antonio Díaz Miguel, Jesús Carballo, Gregorio Rojo, José Miguel Echávarri y tantos otros que, de forma autodidacta o bebiendo de fuentes extranjeras, elevaron a un deporte español subdesarrollado al nivel que ahora ostenta.

También, de Javier Romano, nos gustó su artículo “Las cosas de Juan de Dios”, publicado en marca.com, y que reproducimos a continuación:

Cualquier periodista sueña con el reportaje en exclusiva o esa crónica de un acontecimiento singular. Estas líneas son, en cambio, las que nunca habría deseado escribir quien las firma. Hacerlo de Juan de Dios Román en pasado, además de parecer todavía irreal, es muy doloroso. Tres décadas largas de relación profesional ininterrumpida, de respeto y aprecio mutuo, dejan un profundo agradecimiento y el reconocimiento a su figura.

“Estoy fuerte, como un toro”, era una frase que frecuentaba Juan de Dios, refiriéndose más a su estado de ánimo y a su determinación ante los desafíos que se planteaba en la vida, que a su condición física. Este coloso del deporte, que le hizo frente con coraje al cáncer, no ha resistido sin embargo un hachazo traicionero que ha acabado con su vida. Una pérdida irreparable más en este año fatídico, que también despidió a otros personajes muy apreciados del balonmano.

De Juan de Dios, porque con su nombre de pila siempre bastó para referirse a él, se podría escribir una enciclopedia, no ya sólo de su trayectoria profesional, sino de las vivencias que muchos tuvimos la ocasión de conocer o compartir. Su marcada personalidad, la convicción con la que hablaba de lo que dominaba, y la firme determinación en su defensa, permitía a amigos y quienes no lo eran ironizar con que unos días era Juan, y la mayoría, Dios. Pero todos reconocen su estatura.

Valero Rivera, con quien se jugaba los títulos al principio de la carrera de este último como entrenador azulgrana, fue su seleccionador masculino cuando presidió la Federación, y defendía abiertamente que el balonmano necesitaba a Román al frente de la Federación Internacional. Se rodeó profesionalmente de otros ‘juanes’, los técnicos Juan Antón, Juan Oliver o Juanito Hernández, y en su circulo íntimo incluía igualmente a jugadores y colaboradores que tuvo en su querido Atlético de Madrid. Ellos eran quienes mejor interpretaban “las cosas de Juan de Dios”.

Cuando los teléfonos móviles aún eran ciencia-ficción, Román atendió, extrañado pero cortésmente, la primera llamada a su domicilio de un principiante en MARCA. Desde entonces siempre siguió haciéndolo, le disgustase lo que leía, o lo alabase como “lo mejor que se ha escrito de balonmano desde Carlos Piernavieja”, -histórico redactor jefe de MARCA-.

Juan de Dios sabía estar siempre en situación: cuando abroncaba y llevaba al límite en un entrenamiento al jugador que quería enardecer antes de un derbi; en su despacho de club -sólo lo tuvo en el Ciudad Real- o de la Federación; en actos institucionales o protocolarios con la Monarquía o miembros del Gobierno, para quienes Juan de Dios siempre fue ‘alguien’; o en aquella cervecería de la ciudad sueca de Halmstad cuando un camarero italiano exclamó al reconocerle: “¡L’allenatore che dice figlio du puta agli arbitri!”

De formación humanística, era un lector impenitente. En un Campeonato de Europa disputado en 2012 en Serbia, cuando presidía la Federación, viajó sin lectura. Este redactor se incorporaba un día después y Román pidió que le llevara algún libro. “¡Vaya con el arzobispo! Me ha tenido hasta las tres de la noche en vela”, dijo a la mañana siguiente, refiriéndose al arzobispo Stepinac, valedor de las masacres de los ‘ustachis’ croatas durante la II Guerra Mundial. “Fantasmas Balcánicos”, sobre la turbulenta historia de los Balcanes, le entusiasmó. Qué mejor lugar que Novi Sad para entenderlo.

Retirado ya de todas sus obligaciones, se divertía y mataba el gusanillo entrenando ocasionalmente a escolares y equipos de base de clubes de cualquier localidad que le reclamara. Una de las sesiones más deliciosas que uno ha presenciado la impartió a chavales de entre 12 y 14 años en el Colegio Maravillas de Madrid. Román disfrutaba en esas ocasiones como un enano.

Pero algo que nunca llegó a controlar fueron los límites de sus colaboraciones desinteresadas en la prensa. Se le sugería el equivalente a folio y medio, y remitía lo bastante como para llenar una página, con el ruego de respetar lo máximo posible el contenido. Discúlpanos Juan, pero no había manera.

Una operación de cadera y la pandemia de coronavirus le confinó casi todo el año 2020 en su domicilio, pero se mantenía en estrecho contacto con todas sus relaciones, que eran muchas. Cuando sonaba el teléfono con el nombre de Juan de Dios en la pantalla, o llegaba un mensaje, y eso era a menudo, se trataba de algo de interés. Eso también definía a Román, una personalidad que siempre ofrecía algo de provecho, más allá de lo más valioso, su aprecio. Siempre permanecerá presente en nuestra memoria.

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