1977-82: La lucha para que la EF fuese una licenciatura.

Por Alejandro Cid, 30 marzo 2023.

Los perroflautas no son cosa del 15M. Ya en los setenta podías cruzarte con corbatas de pésimo gusto agitando carteles reivindicativos.

En mi casa, llamar gimnasia a la asignatura de Educación Física es poco menos que un pecado capital. Sin embargo, entre mis compañeros de clase yo era el único que la nombraba correctamente, más por orgullo filial que por conocimiento de los motivos de la guerra de términos.

Félix Ángel Cid Mateos, mi padre, y mi tía, Marieta González Lagares, formaron parte de la primera promoción de Licenciados en Educación Física de España (1977 – 1982). Por lo tanto, el año pasado se cumplieron cuatro décadas de aquella fecha ignorada pero significativa en la historia de la actividad física y el deporte nacional. Además, su promoción fue la primera mixta, sin la segregación por sexo que ordenaba la moral franquista.

¡Como para equivocarme con el nombre!

Y si sumamos a la ecuación que mi madre y mi tío, hermana y marido de Marieta, también fueron profesores de E. F., os invito a imaginar mi adolescencia bajo la sombra de estos fundamentalistas del sudor y las abdominales. Mientras los «profes enrollaos» llevaban a sus alumnos a esquiar o descender barrancos, yo, delgaducho pueril, mediocre en el deporte, me emborrachaba los sábados y me sentía, no solo con resaca, sino un traidor a mi propia familia, una pulga débil y ahogada en el rencor y la envidia.

Educación Física VS Gimnasia. Tanta tensión alrededor de tres palabras resume la historia particular de una disciplina que ha conseguido, después de muchos años de lucha y trabajo de estos profesionales del cardio y las agujetas, el cambio de mentalidad de la sociedad alrededor del deporte y la salud. Sin embargo, aún hoy muchos la consideran una asignatura irrelevante para el futuro laboral de los niños. Pero, ¿se puede ser un buen profesional sin la conciencia y el cuidado de la salud? ¿Quién enseña a los púberes la relación entre el ejercicio físico y la calidad de vida? ¿Es una pérdida de tiempo aprender a trabajar en equipo, descubrir herramientas de socialización y alternativas de ocio? La respuesta es obvia. Pero si no me creen, pregunten a Macaulay Culkin o Drew Barrimore. Ellos, estoy seguro, nunca tuvieron un chándal con parches en las rodillas guardado en su armario.

—Los niños fútbol, las niñas voleibol.

De este modo nos despachaba mi maestro de Primaria. Lo recuerdo con gafas de sol y olor a tabaco. Al empezar la clase nos exigía formar en fila india mientras contaba ¡Uno! Niños a un lado, niñas al otro, ¡Dos! Brazo derecho extendido hasta tocar el hombro del compañero, ¡Tres! Posición de firmes. Pasaba lista y repartía los dos balones. Luego desaparecía en su despacho, un habitáculo oscuro frente a la pista de fútbol donde fumaba tranquilamente hasta el final de la clase.

Félix siempre fue un apasionado de Bruce Lee. Son incontables las veces que su pie me ha rozado la oreja con una de sus demostraciones innecesarias.

Esta escena fue lo habitual durante la dictadura, cuando la asignatura era impartida por profesores que habían obtenido su título a través de cursos y actividades formativas breves, imprecisas e impregnadas de la ideología del Movimiento Nacional —Ya saben: ¡España, Una, Grande y Libre!—. Como en todos los regímenes totalitarios, el deporte y la actividad física fue una herramienta más del adoctrinamiento franquista. La Sección Femenina, cuyo dogma lo explicaba Pilar Primo de Rivera con el salero típico de la época: «…el papel de la mujer en la vida, de sumisión al hombre», se encargó de adoctrinar a las mujeres bajo un modelo restringido a los roles de ama de casa, esposa y madre. En el caso de los varones, fue el Frente de Juventudes, más tarde nombrado como Delegación Nacional de Juventudes para disimular el tufillo belicoso, la institución encargada de domesticar a los «hombres del mañana» bajo disciplina militar y moral ultracatólica.

La historia de la Educación Física comienza a cambiar con la creación en el año 1967 del Instituto Nacional de Educación Física, el INEF, situado en la Ciudad Universitaria de Madrid, y un plan de estudios de cuatro años específico y ambicioso, con profesorado de primer nivel deportivo y catedráticos de otras disciplinas como Medicina o Psicología. Los alumnos salían muy preparados de estos estudios, pero al depender del Consejo Superior de Deportes, un organismo administrativo alejado del mundo docente universitario, el INEF tardó diez años en considerarse Facultad y otorgarle el título de Licenciado a sus alumnos, con el reconocimiento legal que ese título implica a nivel económico y de prestigio académico. Dos centros adscritos a la Secretaría Nacional del Movimiento (una especie de Ministerio de la Moral), la Academia Nacional de Mandos José Antonio, y el Complejo educativo de la Almudena, ambos situados también en Madrid, adoptan este plan de estudios. Segregados por sexos, la Almudena se encargó de formar a las mujeres, y el INEF y la Academia de Mandos a los hombres, aunque compartían profesorado.

«Yo empecé en septiembre de 1975. ¡Y Franco vivía! Ese mes hubo cinco fusilamientos por ideología política. La cosa estaba supertensa». Mi tío Ángel Navarro Villanueva, hizo sus dos primeros años de estudios en la Academia de Mandos, antes de que se fusionara con el INEF y la Almudena en el año 1977. «Por la mañana cantábamos el «Cara al sol», aunque no había asignatura con trasfondo político. Era internado obligatorio. Y nos regalaban todo el material deportivo y la bibliografía. Eso se acabó con la unificación de las tres escuelas en las instalaciones del INEF».

Recorte de prensa sobre la reunión entre los alumnos y el Ministro de Cultura y Deporte, Ricardo de la Cierva, tras escuchar sus reivindicaciones en el programa Hora 25 de José María García.

Félix recuerda aquellos años con orgullo. Y aunque lleva jubilado ya un par de años, no se ha olvidado del nombre de sus profesores y compañeros.

«Había otros dos centros de estudios de Educación Física en Barcelona y Lérida. Pero el más importante de todos estaba en Madrid. Teníamos a Lolo Sainz, entrenador del Real Madrid de Baloncesto. Domingo Bárcenas, seleccionador nacional de Balonmano. Young Lee Joo, seleccionador de Judo… Y a gente que a lo largo de los años se han convertido en referentes internacionales como Fernando Sánchez Bañuelos, que daba Didáctica y Metodología, y Elida Alfaro, que daba Educación Física de base y que ha sido conocida después por su activismo en pro de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el mundo del deporte. Eran unos estudios muy elitistas, con pocas plazas, unas pruebas físicas muy exigentes y la selectividad que te hacían ellos mismos. Para mí fue especial porque me liberaba del trabajo. Yo llevaba currando desde los 14 años, de ocho de la mañana a cinco de la tarde, con estudios nocturnos. Entonces mi padre me dice: ‘Si accedes al INEF, te dedicas íntegramente a estudiar’. Saqué el número 37 de casi 3000 personas que lo intentaron. Por cierto, Rafa Benítez, el entrenador de fútbol, fue también compañero de promoción».

Existía ya cierto afán reivindicativo en el INEF, promovido por el profesorado, para convertir los estudios en Licenciatura universitaria. Pero fue en su segundo año de carrera que aquella promoción, la 11ª, se volcó con todas sus fuerzas y capacidad creativa para reclamar el título de Facultad.

Mi padre me ha contado miles de veces la batallita. Y aún en esta ocasión le brota la misma sonrisa traviesa, algo infantil.

«La calle Martín Fierro, que es la avenida que llega al INEF, se llenó de pancartas, de panfletos por el suelo. Nos colgamos del edificio, hicimos camisetas, organizamos un encierro y trajimos a Ñu, un grupo famoso en Madrid que se parecía a Jethro Tull, con la flauta travesera y las greñas. También vino José María García a transmitir las movilizaciones para la SER».

«—La calle Martín Fierro… se llenó de pancartas, de panfletos por el suelo. Nos colgamos del edificio, hicimos camisetas, organizamos un encierro y trajimos a Ñu…»

El desprestigio de los estudios y la idea de que una mujer deportista solo podía ser una pecadora —léase lesbiana— no fueron impedimento para que Marieta acabara en Madrid compartiendo tiempo y espacio con chicos y chicas de todo el país. Ella nació en Mérida, capital de esa provincia famosa por sus conexiones ferroviarias con el resto del país. Algunas voces de la familia trataron de convencerla del error que estaba cometiendo, pero mi tía les demostró que estaban equivocados, y que esos estudios, y vivir en Madrid, lejos de casa, era una apuesta ganadora.

«Perdimos muchas clases. Pero es que era prioritario para nosotros. Que nos reconocieran como licenciados era el primer paso para que la materia tuviera más importancia en el sistema educativo, más horas, que dejara de ser la asignatura ‘María’».

Al final de su cuarto año recibieron la notificación del INEF que les instaba a cursar el quinto año de carrera. Por fin, en 1982, un año antes de la primera clase de aerobic emitida en TVE —programa «Puesta a punto» conducido por Eva Nasarre a lo Flashdance—, y diez años antes de la apertura del primer Decathlon en España, obtuvieron el título de Licenciados.

Sin embargo, al incorporarse al mundo laboral comenzó la segunda batalla, más larga y compleja, para que se considerase a la Educación Física como asignatura de peso dentro del currículum escolar, y que se reconociera su importancia para la salud y la educación integral de los niños y adolescentes.

«Ha habido que luchar mucho para convencer a nuestros compañeros, a los padres, a los responsables políticos. La cosa ha ido cambiando poco a poco gracias a nuestro esfuerzo, los contenidos, la forma de afrontar las clases, la motivación de los alumnos hacia la asignatura. Y el culmen de todo esto fue cuando Marieta y yo creamos el primer Ciclo Formativo en el año 1990».

Mis tíos también fueron pioneros en la Formación Profesional al fundar el primer TAFAD de España (Técnico de Actividades Físicas y Animación Deportiva), en un instituto de El Puerto de Santa María, en Cádiz, junto a otros dos centros de Granada y Málaga.

«—Perdimos muchas clases. Pero es que era prioritario para nosotros…» Marieta, pancarta al cuello, en una de las manifestaciones por las calles de Madrid

«Es imposible cambiar mentalidades y hábitos de vida con dos horas a la semana. Pero con el Ciclo Formativo, los alumnos salen super preparados. Incluso hemos transformado la vida de la ciudad porque el ayuntamiento se tuvo que involucrar con el proyecto. Ahí está la piscina cubierta, por ejemplo».

Mientras mi tía enumera la larga lista de actividades que se realizan en la piscina climatizada, yo recuerdo las clases de natación durante el verano. Nadar a las nueve de la mañana al aire libre era un suplicio que no he conseguido perdonar a mis padres. La culpa no era suya, por supuesto, pero un niño no sabe de presupuestos ni de voluntad política.

«Yo estoy muy orgullosa a nivel personal y profesional».

Mi madre, Rosana González Lagares, que aún siendo Licenciada en Biología consiguió su plaza de profesora de Educación Física por oposición en el año 1987, se emociona entre el orgullo y la rabia cuando le pregunto por sus años de docencia. Sin embargo, todavía sigue siendo una asignatura que no tiene el peso que necesita. Eso hace que no se entienda porqué es fundamental para el desarrollo y aprendizaje de los alumnos. Sí que se ha dado el salto a la hora de entender la relación actividad física – salud, la importancia del deporte para todos como una necesidad diaria… Cuando empezamos a trabajar, eso no lo veía nadie más que nosotros. Ni siquiera los médicos tenían en cuenta el ejercicio físico como forma de mejorar la calidad de vida de la gente.

Termino las entrevistas con dolor de espalda. Necesito descansar en mi sofá y beberme una bebida carbonatada. Ellos, sin embargo, me dicen que se van al gimnasio, que van todos los días, o a correr, o a nadar, y la envidia adolescente regresa. Los cuatro se jubilaron hace un par de años, pero siguen en mejor forma y ánimo que yo, mis amigos, la inmensa mayoría del mundo. Envidia que no me ayuda a levantarme del asiento y ponerme a sudar.

Traumas familiares aparte, este texto quiere ser un homenaje al trabajo y dedicación de profesionales que, como Félix, Rosana, Ángel y Marieta, han hecho de nuestro país un lugar más sano, con más herramientas para convivir en armonía. En definitiva, ellos nos enseñaron que una sociedad en chándal es una sociedad mejor.

Fiesta de compañeros de promoción tras terminar la carrera. Mi madre (de blanco, a la derecha) acudió al evento por partida doble, acompañando a su flamante marido y padre de su primera hija, y a su hermana Marieta, tercera por la izquierda.