Las mujeres y el deporte

El avance social de las mujeres a lo largo del pasado siglo XX ha estado marcado por su incorporación a ámbitos en los que su presencia había sido inexistente o marcadamente minoritaria, como es el caso del ámbito deportivo.

Aunque se han dado ya pasos muy importantes hacia la igualdad de género y en los países más desarrollados se ha logrado incluirlo como un derecho social; sin embargo, sigue existiendo una brecha todavía importante entre lo legal y lo real. El derecho sólo es un permiso de acceso pero este no garantiza que hombres y mujeres tengan las mismas condiciones personales y socio-familiares para poderlo ejercer.

Los estereotipos sociales de género y determinados tópicos sexistas todavía existentes continúan influyendo en la conducta de hombres y mujeres y condicionan la efectiva igualdad entre sexos, tanto en el ámbito del desarrollo personal como en el laboral y profesional.

Es difícil eliminar del tejido social conductas sexistas instaladas miméticamente en el comportamiento personal e institucional de la población adulta a través de la cultura, la familia, la escuela, los medios de comunicación, etc. Por ello, las políticas y acciones que se han ido incorporando con fines de lograr la igualdad entre sexos no acaban de calar en la población, incluso ni en las sociedades más avanzadas.

Las actividades físicas y el deporte históricamente han estado determinados por los estereotipos sociales de género y tradicionalmente adscritos al modelo social masculino, lo que ha condicionado y todavía continúa condicionando la relación de las mujeres con las diferentes esferas y niveles del deporte.

Los datos con los que contamos actualmente revelan diferencias cuantitativas y cualitativas importantes respecto de la participación de la población femenina en el deporte. Así encontramos que, exceptuando el deporte olímpico en el que existe prácticamente paridad de participación y de éxitos, en los demás ámbitos deportivos perduran las desigualdades.
La brecha de género en la práctica deportiva de la población española ha estado establecida en 18 puntos porcentuales desde 1980 hasta 2010. Aunque el Anuario de Estadísticas Deportivas 2016 señala que las diferencias han descendido hasta un 8%, es todavía una realidad que las mujeres no sólo participan en menor medida sino que, además, lo hacen en modalidades y niveles asociados a los estereotipos de género; también, que el abandono de la práctica en la adolescencia es mayor en mujeres que en hombres.

El deporte federado presenta igualmente grandes desequilibrios. En el total de federaciones deportivas, las fichas femeninas sólo son el 20,3% y los estereotipos de género se hacen sentir también cuando deportes tradicionalmente feminizados, como Gimnasia y Voleibol, son los que aglutinan un mayor número de mujeres.

En el ámbito de la gestión y dirección técnica del deporte existen aún mayores diferencias. La participación de mujeres en los órganos de gobierno federativos no alcanza el 15%, sólo hay tres mujeres que ocupan el cargo de Presidenta de Federación (Vela, Remo y Salvamento y Socorrismo) y en el total de Juntas Directivas la proporción de mujeres es del 2,6%. Asimismo, en los órganos de gestión del Comité Olímpico Español encontramos tan sólo una participación femenina del 17,2%. Una situación parecida hallamos entre el personal técnico-deportivo de alta competición, compuesto por un 14% de mujeres y un 86% de hombres.

Desde 1990, diversos organismos nacionales e internacionales han promovido iniciativas orientadas a mejorar la situación de las mujeres en el deporte mediante la incorporación de la perspectiva de género en los diferentes estamentos deportivos. En el ámbito internacional destacan las Directrices de la Unión Europea (2003), las acciones emprendidas en 1994 por el Grupo de Trabajo Internacional (IWG), las del Comité Olímpico Internacional (1996) para promover acciones en los Comités Olímpicos nacionales y en las Federaciones deportivas y, más recientemente, las de ONU (2015) destacando el papel del deporte en la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres e incluyéndolo en la Agenda de Desarrollo 2030.

A nivel nacional, el artículo 29 de la Ley de Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres (2007), contempla la obligación de aplicar en todos los ámbitos del deporte el principio de igualdad que establece la propia Ley. Además, desde los organismos deportivos, Consejo Superior de Deportes (1990) y Comité Olímpico Nacional (1998), así como desde el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades (1990), se han implementado normativas, acciones y estrategias encaminadas a la consecución de la igualdad de género en el deporte.

Si bien es cierto que todas estas acciones han dado como resultado una importante mejora de la situación de las mujeres en el deporte, el impacto ha sido desigual en los diferentes ámbitos deportivos. Como ya se ha señalado anteriormente, el ámbito más beneficiado ha sido el del deporte de alta competición y el deporte olímpico, observando un menor progreso en la práctica físico-deportiva de las niñas, las jóvenes y las mujeres adultas.

Asimismo, en la gestión y dirección técnica del deporte prácticamente no se ha producido ninguna mejora, situación que preocupa tanto a nivel internacional como nacional. Este es el motivo por el que diversos organismos están poniendo el foco de atención de futuras acciones en generar políticas y estrategias para incrementar el número de mujeres en los puestos directivos y de responsabilidad; señalando, a su vez, la necesidad de eliminar los estereotipos sociales de género que alejan a las mujeres de los ámbitos de poder.

En mi opinión, sólo a través de la educación y de políticas orientadas a introducir cambios en la forma de pensar y de hacer de las personas se puede lograr un cambio efectivo, y esa tarea les compete fundamentalmente a la escuela y a la familia.

Estas dos instituciones deberían contar con la información y la formación necesarias para liderar un verdadero cambio en relación con la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Hasta tanto no se activen políticas orientadas expresamente a incidir en estos campos, va a ser difícil erradicar de la conducta social y personal de la población y de las instituciones administrativas, laborales y académicas planteamientos que inducen a la discriminación.

Bajo el lema anotar puntos para la igualdad de género a través del deporte, ONU Mujeres ha establecido la hoja de ruta para alcanzar la igualdad de género para 2030, reconociendo explícitamente que el deporte es un facilitador importante para el desarrollo y el empoderamiento de las mujeres.

Mientras no haya mujeres con responsabilidades de dirección, de decisión y que sean modelos a seguir, mientras no existan juntas directivas sensibles a las especificidades de género y no se administre el deporte y la actividad física con el aporte de mujeres y hombres, no habrá igualdad de oportunidades para las mujeres y las jóvenes.

Es necesario alentar a las mujeres para que sean líderes, ello ayudará a fortalecer las políticas y las leyes orientadas a lograr una mayor igualdad entre los sexos.

Élida Alfaro
Directora Seminario Mujer y Deporte-INEF Madrid

1 comentario

Los comentarios están desactivados.