Escrito por Alejandro Cid el 9 de enero de 2024, en la Revista Jot Dow Sport
Suena la sirena del I.E.S. Las Banderas como si docenas de drones rusos atacaran la ciudad. Sin embargo, solo son chicos y chicas con caras dormidas y con expresiones que van del enfado a la ausencia, acné, y maletas demasiado grandes para sus cuerpos en construcción. Agarran y miran los teléfonos móviles como si fueran amuletos protectores. La adolescencia, por la mañana, da un poco de lástima.
Hoy es el primer día del curso. El ambiente exhuma nerviosismo con toques de ansiedad post-vacacional. El clima, veraniego, no ayuda. Nadie, absolutamente nadie, tiene ganas de estar aquí. Bueno, tal vez una persona. Javier Pérez Rodenas ha conseguido la plaza fija como profesor de Educación Física tras nueve años estudiando oposiciones y cinco convocatorias.
Veintisiete adolescentes de 3º de la ESO son su primera batalla. La mitad de los alumnos llega sin chándal. Javier ha dormido poco y mal. Javier sonríe rodeado por los alumnos en mitad del gimnasio. Los nervios le sacaron de la cama antes del amanecer, pero toda duda y temor desaparecen en cuanto se presenta. Hay bancos suecos apilados en una pared, espalderas de madera bajo los ventanales sucios de polvo.
La energía de su voz y sus gestos mantiene a los chicos atentos y en silencio. Hace que se presenten, que digan los deportes que practican y qué les gustaría aprender durante el curso: hay muchos «No sé», risas bobas y respuestas imprecisas. No importa, el primer día solo sirve para presentar la asignatura, crear buen ambiente y cohesionar el grupo. Divide la clase en tres y reparte balones y raquetas para que cada uno juegue a lo que le apetezca. La mayoría se une al juego con entusiasmo. Sin embargo, hay tres niñas que se sientan en un banco como si la vida a esas horas de la mañana pesara demasiado.
Le sueltan a Javier que no les gusta «la gimnasia», que no piensan hacer nada y que les da igual la nota. Javier, en vez de enfadarse o sorprenderse, las engatusa hablándoles de Flamenco, que si a ellas les gusta bailar podrían montar unas clases. Qué mas da, me dice luego, si lo importante es que se muevan y que entiendan que la actividad física es importante para su salud y su desarrollo.
Las niñas no se levantan, pero la actitud desafiante desaparece. Tal vez en la siguiente clase…
Días después, tuve una conversación telefónica con Concepción Hurtado Cotán, profesora de Educación Física con 24 años de experiencia como docente en diferentes centros de Andalucía. Para ella, un buen profesor, sin importar la materia, debe crear vínculos con los alumnos, romper con la idea de la autoridad inaccesible e infalible. Sin estos lazos de confianza, es muy difícil transmitir y motivarlos y, más importante, que crezcan como personas dentro de una comunidad solidaria, capaz de sacrificarse por el bien común.
La Educación Física es una asignatura especial y muy diferente a las otras porque se generan unas dinámicas de grupo perfectas para abordar temas de convivencia, juego limpio, solidaridad, respeto y colaboración. Concepción incentiva a sus alumnos con esta perspectiva más social para que participen en la asignatura y la disfruten. El ser bueno o malo en deporte, tener mejor o peor condición física, no es determinante para obtener una buena nota. Exige cosas diferentes a cada alumno, que haya alternativas a nivel motriz adaptada a cada uno de ellos, además de puntuar en cada sesión variables centradas en su comportamiento con relación a sus compañeros y las actividades propuestas.
Para que este delicado rompecabezas funcione, el profesor ha de armarse con inagotables reservas de paciencia. Pero no una paciencia pasiva, condescendiente, sino una que invite a la acción, que implique al alumno en la clase, hacerles protagonistas de su propio aprendizaje, que se sientan escuchados e impelidos para compartir y negociar con el profesor. Concepción busca reducir al mínimo el espacio de poder que los separa, tal y como hiciera Javier con sus alumnas y el flamenco.
Según Miguel Ángel Delgado Noguera, Doctor en Educación Física y Director fundador del INEF de la Universidad de Granada —con el que tuve una conversación meses atrás para hablar sobre el futuro de las Ciencias del Deporte, la metodología de la enseñanza en el pasado era una instrucción directa de inspiración militar, centrada en el profesor como mero transmisor de órdenes.
Poco a poco se fueron incorporando otro tipo de contenidos, como la psicomotricidad adaptada a la edad, la expresión corporal, la danza, las actividades en la naturaleza… Contenidos nuevos que, junto a los avances sociales, obligaron a cambiar la forma de enseñar, más centrada en el alumno y su implicación cognitiva. De esa enseñanza tradicional basada en la condición física y el deporte, se ha pasado a una basada en la indagación y la búsqueda, comprometida con la salud y el medio ambiente, y que impulsa la participación y el pensamiento creativo del alumno, la resolución de problemas y el trabajo colaborativo.
Noguera defiende que el buen profesor debe dominar una serie de Estilos de Enseñanza, experimentar con ellos, combinándolos y aplicándolos según la situación didáctica a la que se enfrente, al mismo tiempo que se mantiene actualizado con los nuevos estudios sobre salud, propuestas metodológicas y deportivas, siempre dispuesto a implementar nuevas ideas e innovar.
Esquema con el que Miguel Ángel Delgado Noguera explica su visión del buen profesor actual de Educación Física
Nuestro profesor termina la segunda hora con señales de cansancio. Durante las presentaciones, descubre que el grupo es más revoltoso que el anterior. Entonces, Javier decide cambiar de estrategia; llama a los cuatro más ruidosos y les propone que dirijan un calentamiento para la clase. Orgullosos del inesperado protagonismo, los alborotadores cumplen con diligencia, la clase discurre tranquila, todos siguen las indicaciones de los chicos, Javier ha retomado el control sin necesidad de imponerse.
En este sentido, tanto Miguel Ángel Noguera como Javier consideran el uso de las nuevas tecnologías como herramientas fundamentales para el futuro de la asignatura y de la educación en general. El profesor debe dominar el lenguaje de las nuevas generaciones, el de internet y las redes sociales, y aprovechar que las «pantallas» son parte de sus vidas para engancharlas a la actividad física.
Estas tecnologías ya están modificando la enseñanza y, como se sufrió en la pandemia, cada vez tendrán más protagonismo: el aprendizaje ubicuo, desde cualquier lugar y a cualquier hora; la realidad aumentada y virtual (sumergir a los alumnos en la asignatura a través de entornos 4D); la Gamificación (mecánicas de juego para la enseñanza que puedan involucrar al mismo tiempo a alumnos de todo el mundo); el uso de herramientas digitales como Google docs que permiten la transmisión sin fronteras de información; la infinidad de cursos online gratuitos que amplían y enriquecen el temario de la educación reglada; el contacto inmediato a través de redes con profesores o figuras inspiradoras (deportistas, artistas, divulgadores científicos…).
Javier, con un Master en su currículo sobre Competencias digitales especializado en la utilización de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la enseñanza, tiene desarrolladas varias actividades que, dependiendo del centro y sus instalaciones, ya se podrían implementar. Por ejemplo, ha diseñado un Scape Room interactivo sobre Nutrición —al igual que en el juego físico, los alumnos deben solucionar enigmas y rompecabezas relacionados con la alimentación y la salud para salir de esa habitación virtual antes de que finalice el tiempo dado—, actividades de búsqueda con código QR —los alumnos deben encontrar los códigos escondidos en el centro para superar un número de pruebas, tanto físicas como teóricas, que les toque en cada parada—, o un aula interactiva al estilo del juego Minecraft —los alumnos conducen sus avatares por los espacios de un castillo donde se encuentran las diferentes unidades didácticas con todo el contenido de la asignatura, tanto teoría como juegos, vídeos de motivación y actividades de ampliación que deben resolver para aumentar la nota.
Llega la última hora y los estómagos rugen de hambre. 4º de la ESO es una mezcla extraña de madurez física y cerebros apalominados. Las hormonas se pueden tocar en el ambiente. La consciencia de sus propios cuerpos los vuelve más vulnerables si cabe, pero también más viscerales y dramáticos en sus comportamientos.
Le pregunto a Javier sobre cómo lidia con estas edades donde la sexualidad comienza a nublarles los ojos, y las taras de la sociedad se hacen más evidentes y contagiosas.
Dice que gracias a las dinámicas que se crean en las clases de Educación Física, ambiente más relajado, más comunicativo, el profesor puede detectar con facilidad conductas raras de los alumnos, actitudes violentas, machistas, de abuso, vulnerabilidad, bulling… El profesor debe saber transmitir ciertos valores a través de la asignatura: el respeto, el compañerismo, la cooperación, la empatía, la honestidad y el juego limpio. Y una vez señalados claramente los marcos de la convivencia, afrontar cualquier conflicto en colaboración con el centro, los tutores de cada curso y los propios alumnos.
El profesor, como figura tutelar, tiene la responsabilidad de detectar estas fisuras de la convivencia y buscar estrategias adecuadas que modifiquen comportamientos y dinámicas negativas. Concepción ofrece un ejemplo esclarecedor: el uso de los espacios y cómo los varones, y el fútbol, suelen imponerse sobre el resto de actividades, aunque sean minoría. Ella, inflexible, divide el espacio democráticamente para que la testosterona incipiente aprenda a vivir en igualdad.
Los centros educativos deben erigirse como lugares seguros física y mentalmente, inspiradores y transmisores de valores positivos. El profesor es el encargado de crear estos ambientes sanos, donde los alumnos se sientan seguros, respetados y valorados. Tienen una responsabilidad enorme al tratar diariamente con personas en unas edades muy sensibles, tan maleables, inseguros y confundidos, que por muy poco pueden tomar una dirección u otra en la vida.
Para Concepción, lo más bonito de su trabajo es esa capacidad de influencia que tiene sobre sus alumnos. Por eso critica que no se hagan entrevistas y test psicológicos a quienes aspiran al puesto. El sistema educativo debería considerar este aspecto humano por encima del currículo. Un buen profesor hace crecer a los niños como personas a través de su asignatura. Sin valores, los conocimientos solo son objetos huecos, incluso peligrosos.
Suena el timbre y el edificio tiembla por el arrastrar de sillas y carreras en los pasillos. Los niños salen del gimnasio sin despedirse de Javier, que los mira cansado pero satisfecho. Ha sobrevivido al primer día de clase. Aunque sabe bien que lo más difícil, la rutina, la convivencia, su propia fatiga psicológica, está por llegar.